sentirse mejor, resolver su tema YA. La conversación debe seguir el ritmo de cada
paciente para permitir que cada uno pueda abrir su sensibilidad de forma tal que se sienta
seguro y nunca invadido.
La escucha del profesional debe ser activa, es decir escuchar todo lo que se dice con
mucha atención y participar cuando entienda que sus palabras puedan aportar alivio.
Los psicólogos nos formamos para saber sobre diversos problemas de la gente, de la vida
pero también para ser excelentes compañeros de conversación.
El consultante siente que una terapia puede serle de utilidad cuando se va de cada
entrevista con un intenso alivio, la sensación de que “no es tan grave, tan malo, lo que me
pasa tiene solución”, de contención, seguridad; la desesperación debe dar paso a la
esperanza.
El motor y la ganancia –para ambos- está en el contacto que se realiza entre consultante y
terapeuta.
El consultante siente de a poco que puede contar cualquier cosa, cuando lo desee, al
psicoterapeuta.
Este compartir causa una sensación de liberación mas allá de lo positivo o negativo
que valorativamente puede ser lo que el paciente traiga.
El psicoterapeuta que se vincule con empatía y simpatía al ser humano que es al
consultante, disfrutará también todo intento del mismo de compartir su mundo interno con
él.
Retribuír esto causando angustia o culpa innecesaria seria un muy egoísta, injusto y
enfermante para quien nos confía “su vida”.
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